Apreciadas personas,
A partir de la dramática e injusta
circunstancia de la mujer que se da desde las primeras fases de la
Humanidad, que la subyuga a roles por debajo de sus capacidades,
siendo la situación actual inaceptable, desde el momento que la
civilización ha alcanzado un nivel de desarrollo que hace a los
antiguos roles obsoletos. Esto permite no tener la necesidad de
hiperespecialización en lo que respecta a la adaptación al entorno,
y el cuidado y alimentación de las crías. Hay que detener tal abuso
y arbitrariedad, injusta, que limita a individuos completos,
atrofiándolos, e impidiendo disfrutar de buscar el maximizar sus
capacidades.
Por dar una pincelada sobre la evolución
de la lucha feminista, se podría decir que el proceso de
equiparación empezó tímidamente en el siglo XVIII, limitándose a
enumerar quejas, algo del todo insuficiente, pero fue un comienzo, y
por tanto, valioso. En el siglo XIX se dieron los primeros frutos,
consiguiendo que los estados reconociesen parte de los derechos civiles de las
mujeres, especialmente al rebufo de la abolición de la esclavitud. En
el siglo XX se añaden y consolidan los derechos civiles, avanzando
en la liberación sexual, pasando de hembras esclavas, a hembras
esclavas con un conjunto de referentes a nivel internacional, como
e.g. Simone de Beauvoir, Betty Friedan, o Kate Millett, que poco a
poco han permitido ir abriendo los ojos a millones de mujeres,
consiguiendo no sólo mejoras para estas, sino también para sus
parejas y descendencia, pues del aumento de libertades para la mujer
todo el mundo disfruta, superando los prejuicios y tabúes impuestos
por religiones y patrones sociales más adecuados para animales
domésticos que para personas. A finales del siglo XX, hasta el
momento actual, se incorporan elementos post-modernistas,
ecologistas, y la reivindicación activa de la sexualidad como arma de
lucha.
Hay una parte de la lucha feminista en
los países occidentales que se ha quedado estancada en la primera
mitad del siglo XX, dando por terminada la lucha, por el simple hecho
de estar los individuos indiferenciados en las constituciones de los
respectivos estados. Dentro de esta facción, algunas personas ven al
feminismo moderno como radical, siendo incluso etiquetado como “feminazismo”, por considerar este que los
derechos legales son papel mojado debido a que no pueden cumplirse.
Y eso, es un error, sirvan como ejemplos: la inercia de la sociedad patriarcal, que impone arrastrar
roles arcaicos, acoso, desautorizaciones, abusos de poder, actitudes
paternalistas, control social, menosprecio de cualidades, educación del rol masculino para fomentar la autoridad y
celos, agresividad, burla, etc. Un conjuntos de elementos
que no desaparecerán fácilmente sin la lucha activa desde el activismo
convencido de que el objetivo redunda en beneficio para la Humanidad,
y no una guerra de sexos supremacista o incluso, misandría (odio a lo masculino), que a menudo usan
los detractores del feminismo contemporáneo para denostar el esfuerzo por acelerar la equiparación real de individuos.
Dentro de la lucha por solucionar esos
problemas en los países occidentales -en otros lugares del planeta
todavía viven en el pasado-, que no son de jure,
sino de facto, siendo más difíciles de
solucionar que los anteriores, no basta con esperar, e.g. tres siglos
a que por arte de magia los individuos de sexo masculino se hayan
desprendido de su parte que agrede al género femenino. Es
inaceptable, puesto que siendo conscientes de la agresión, sintiendo
la agresión, es una agresión, y como tal, justifica que desde el
activismo orquestemos acciones para no malgastar nuestras vidas
esperando que la magnanimidad de la sociedad patriarcal vaya
cambiando a cuentagotas. De ahí la necesidad de la acción directa,
educando, desafiando, puesto que por bien intencionados que se
sientan algunos individuos de género masculino, los menos
civilizados de ellos nos agreden, queriendo o no. Y eso, se tiene que
responder. Un ejemplo de respuesta es el rechazo frontal de los
roles, desde el cortejo, a los prejuicios sociales, incluyendo
interacción y orden en el apareamiento, fidelidad impuesta, etc.
Nadie es quien para imponer a otro individuo condiciones, ha de ser
de mutuo acuerdo, y si vamos corrigiendo las conductas agresoras,
iremos consiguiendo que se acepte a los individuos como tales, completos, no
como individuos atrofiados de una clase u otra.
Englobado en la acción directa, e
incorporado como discriminación positiva en muchas legislaciones del
mundo, siendo pionera la legislación española, se incluyen medidas
para proteger al género femenino de la circunstancia social actual,
donde por la inercia de la sociedad patriarcal, el abuso y agresiones
hacia el género femenino es una lacra. Aceptando que formalmente es una injusticia, e incluso una aberración jurídica, cabe justificarlo por pragmatismo, siendo
enfocada como solución temporal para curar a una sociedad que
adolece tal retraso, pudiendo tales medidas excepcionales eliminarse cuando la equiparación no
precise de elementos adicionales. Cabe remarcar que compensar la inercia social para
actuaciones en favor de la generalidad puede producir injusticias a
nivel individual, y se ha de procurar que estas sean las menos posibles. Es obvio que eso incluye los casos donde una mujer pueda ser más
fuerte que un hombre, o que se aproveche de la legislación ad hoc para sacar partido, pero esos casos son una minoría, y el sentido
común ha de primar para evitar abusos, sin que tales individuos
lleguen a ser agraviados, o se reduzca el agravio al mínimo posible
dentro de lo que se pueda considerar viable, incluyendo castigos para los abusos y fraudes sobre la legislación.
Por lo que respecta a las acciones
transformadoras de cara a proporcionar continuidad y estabilidad
futura, se han de tomar acciones que den un hilo conductor a la
estabilidad social, siendo el lenguaje la principal herramienta. De
poco sirve el ejercer un desgaste y erosión para forzar un cambio en
la conducta, si hay un refuerzo constante en sentido contrario en el
lenguaje. En el caso de la lengua española, es especialmente
dramático por el establecimiento del uso de los pronombres
masculinos para los casos neutros, y la diferenciación de género
para sujeto y complementos. Sirva como ejemplo que hay otros idiomas,
como e.g. el inglés, donde tal problemática es mucho más reducida,
quedando los problemas de género circunscritos a formas más
complejas, evitables sin necesidad de cambiar sustancialmente el vocabulario ni la estructura gramatical. Está en nuestra mano llegar a
consensuar los cambios mínimos para evitar cercenar la riqueza de la
lengua, manteniendo la economía lingüística, y la operabilidad con textos anteriores, desde un punto de vista
técnico, sin incurrir en aberraciones fáciles, ni caer en el egoísmo de politizar o inyectar propaganda arribista, que no son sino
atentados contra la legibilidad, fruto de la urgencia y demagogia política (e.g. @/x/etc.).
R. Gaab