Feb 25, 2013

¡Lo que necesitamos es FEMINISMO!



Apreciadas personas,


A partir de la dramática e injusta circunstancia de la mujer que se da desde las primeras fases de la Humanidad, que la subyuga a roles por debajo de sus capacidades, siendo la situación actual inaceptable, desde el momento que la civilización ha alcanzado un nivel de desarrollo que hace a los antiguos roles obsoletos. Esto permite no tener la necesidad de hiperespecialización en lo que respecta a la adaptación al entorno, y el cuidado y alimentación de las crías. Hay que detener tal abuso y arbitrariedad, injusta, que limita a individuos completos, atrofiándolos, e impidiendo disfrutar de buscar el maximizar sus capacidades.

Por dar una pincelada sobre la evolución de la lucha feminista, se podría decir que el proceso de equiparación empezó tímidamente en el siglo XVIII, limitándose a enumerar quejas, algo del todo insuficiente, pero fue un comienzo, y por tanto, valioso. En el siglo XIX se dieron los primeros frutos, consiguiendo que los estados reconociesen parte de los derechos civiles de las mujeres, especialmente al rebufo de la abolición de la esclavitud. En el siglo XX se añaden y consolidan los derechos civiles, avanzando en la liberación sexual, pasando de hembras esclavas, a hembras esclavas con un conjunto de referentes a nivel internacional, como e.g. Simone de Beauvoir, Betty Friedan, o Kate Millett, que poco a poco han permitido ir abriendo los ojos a millones de mujeres, consiguiendo no sólo mejoras para estas, sino también para sus parejas y descendencia, pues del aumento de libertades para la mujer todo el mundo disfruta, superando los prejuicios y tabúes impuestos por religiones y patrones sociales más adecuados para animales domésticos que para personas. A finales del siglo XX, hasta el momento actual, se incorporan elementos post-modernistas, ecologistas, y la reivindicación activa de la sexualidad como arma de lucha.

Hay una parte de la lucha feminista en los países occidentales que se ha quedado estancada en la primera mitad del siglo XX, dando por terminada la lucha, por el simple hecho de estar los individuos indiferenciados en las constituciones de los respectivos estados. Dentro de esta facción, algunas personas ven al feminismo moderno como radical, siendo incluso etiquetado como “feminazismo”, por considerar este que los derechos legales son papel mojado debido a que no pueden cumplirse. Y eso, es un error, sirvan como ejemplos: la inercia de la sociedad patriarcal, que impone arrastrar roles arcaicos, acoso, desautorizaciones, abusos de poder, actitudes paternalistas, control social, menosprecio de cualidades, educación del rol masculino para fomentar la autoridad y celos, agresividad, burla, etc. Un conjuntos de elementos que no desaparecerán fácilmente sin la lucha activa desde el activismo convencido de que el objetivo redunda en beneficio para la Humanidad, y no una guerra de sexos supremacista o incluso, misandría (odio a lo masculino), que a menudo usan los detractores del feminismo contemporáneo para denostar el esfuerzo por acelerar la equiparación real de individuos.

Dentro de la lucha por solucionar esos problemas en los países occidentales -en otros lugares del planeta todavía viven en el pasado-, que no son de jure, sino de facto, siendo más difíciles de solucionar que los anteriores, no basta con esperar, e.g. tres siglos a que por arte de magia los individuos de sexo masculino se hayan desprendido de su parte que agrede al género femenino. Es inaceptable, puesto que siendo conscientes de la agresión, sintiendo la agresión, es una agresión, y como tal, justifica que desde el activismo orquestemos acciones para no malgastar nuestras vidas esperando que la magnanimidad de la sociedad patriarcal vaya cambiando a cuentagotas. De ahí la necesidad de la acción directa, educando, desafiando, puesto que por bien intencionados que se sientan algunos individuos de género masculino, los menos civilizados de ellos nos agreden, queriendo o no. Y eso, se tiene que responder. Un ejemplo de respuesta es el rechazo frontal de los roles, desde el cortejo, a los prejuicios sociales, incluyendo interacción y orden en el apareamiento, fidelidad impuesta, etc. Nadie es quien para imponer a otro individuo condiciones, ha de ser de mutuo acuerdo, y si vamos corrigiendo las conductas agresoras, iremos consiguiendo que se acepte a los individuos como tales, completos, no como individuos atrofiados de una clase u otra.

Englobado en la acción directa, e incorporado como discriminación positiva en muchas legislaciones del mundo, siendo pionera la legislación española, se incluyen medidas para proteger al género femenino de la circunstancia social actual, donde por la inercia de la sociedad patriarcal, el abuso y agresiones hacia el género femenino es una lacra. Aceptando que formalmente es una injusticia, e incluso una aberración jurídica, cabe justificarlo por pragmatismo, siendo enfocada como solución temporal para curar a una sociedad que adolece tal retraso, pudiendo tales medidas excepcionales eliminarse cuando la equiparación no precise de elementos adicionales. Cabe remarcar que compensar la inercia social para actuaciones en favor de la generalidad puede producir injusticias a nivel individual, y se ha de procurar que estas sean las menos posibles. Es obvio que eso incluye los casos donde una mujer pueda ser más fuerte que un hombre, o que se aproveche de la legislación ad hoc para sacar partido, pero esos casos son una minoría, y el sentido común ha de primar para evitar abusos, sin que tales individuos lleguen a ser agraviados, o se reduzca el agravio al mínimo posible dentro de lo que se pueda considerar viable, incluyendo castigos para los abusos y fraudes sobre la legislación.

Por lo que respecta a las acciones transformadoras de cara a proporcionar continuidad y estabilidad futura, se han de tomar acciones que den un hilo conductor a la estabilidad social, siendo el lenguaje la principal herramienta. De poco sirve el ejercer un desgaste y erosión para forzar un cambio en la conducta, si hay un refuerzo constante en sentido contrario en el lenguaje. En el caso de la lengua española, es especialmente dramático por el establecimiento del uso de los pronombres masculinos para los casos neutros, y la diferenciación de género para sujeto y complementos. Sirva como ejemplo que hay otros idiomas, como e.g. el inglés, donde tal problemática es mucho más reducida, quedando los problemas de género circunscritos a formas más complejas, evitables sin necesidad de cambiar sustancialmente el vocabulario ni la estructura gramatical. Está en nuestra mano llegar a consensuar los cambios mínimos para evitar cercenar la riqueza de la lengua, manteniendo la economía lingüística, y la operabilidad con textos anteriores, desde un punto de vista técnico, sin incurrir en aberraciones fáciles, ni caer en el egoísmo de politizar o inyectar propaganda arribista, que no son sino atentados contra la legibilidad, fruto de la urgencia y demagogia política (e.g. @/x/etc.).

R. Gaab

4 comments:

  1. En todo esto hay muchos elementos subjetivos en juego. Por ejemplo:

    No estoy de acuerdo con la discriminación positiva porque me humilla, y el "lo", lo veo económico y único, no lo siento como una discriminación. La politización de estos temas resulta una tentación inevitable.

    Pero es la primera vez que leo estas cosas sin sentirme atacada, la diferencia es el razonamiento que, aceptado o no, es en sí mismo un valor.

    Un cordial saludo :)

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  2. Muchas gracias Candela por comentar el artículo!

    Coincido en que algunos tipos de discriminación positiva resultan humillantes, en especial lo relacionado con cuotas, pues fomenta la mediocridad. También lo relacionado con la violencia de género, pues sin establecer medidas de castigo proporcionales al fraude, sería humillante, e.g. si se demuestra una acusación falsa disfrutando de discriminación positiva, el castigo debería ser proporcional al beneficio de tal discriminación, para evitar el abuso.

    Por otro lado, me alegro mucho de que no te hayas sentido atacada. El artículo no representa verdades absolutas, y es tan válido como cualquier otro que se pueda enfocar el asunto de manera racional y sin dogmatismos. Por lo que a mí respecta, el "feminismo" no es una verdad universal, sino un conjunto de medidas enfocadas a que la mujer pueda abarcar más roles, gracias al nivel de civilización que la Humanidad ha conseguido, y que seguramente irá a mucho más todavía (sean las que comento, u otras que puedan proponer otros).

    Un cordial saludo,

    R. Gaab





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  3. Hablas de feminismo, en contrapartida, el feminazismo tiene -por mi parte- el toque que causa rechazo sistemático a todo lo impuesto, sobre todo desde el poder. Y, sobre todo, todo lo que nos acerca a la obligación de actuar "como lo hubiese hecho un hombre", una forma de esclavitud como otra puesto que las mujeres no solo somos diferentes fisica, sino psicologicamente hablando.

    Creo que las revoluciones consistentes, y el feminismo supone una revolución, son siempre lentas, culturales, suponen un proceso de aprendizaje dificil para todos, un proceso de adaptación. También es cierto que existen grupos de población más vulnerables que precisan de leyes en contra de la discriminación de las mujeres en cualquier terreno, siempre y cuando estas leyes no impongan una igualdad total inexistente e innecesaria.

    B, noches, te seguiré leyendo..:)

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    1. Hola Candela,

      En mi opinión, el "feminazismo", o el odio implícito o explícito a individuos de género masculino profesado por radicales autodenominadas "feministas" y que a mi modo de ver no lo son, es un complejo de inferioridad que copia los patrones que rechaza. E.g. si el machismo tiene de detestable la agresión, la humillación, la promiscuidad sin implicación emotiva, etc. El feminazismo, lo copia, y lo ejecuta, incorporando, por complejo o trauma, las conductas detestables, como un "yo también puedo". Llevando al límite tal postura, termina en la reproducción artificial, y en eliminar genitales o en el hermafroditismo, para que físicamente los individuos sean indiferenciados, por la negación a cualquier diferencia. Tales patrones, desde el rango de complejos leves a la obsesión y el deririo en individuos psicópatas, me parecen indefendibles.

      Por lo que respecta a la adaptación y aprendizaje, coincido en el enfoque paulatino, sin que suponga un shock, por sentido común. Pues al fin y al cabo, o al menos es mi manera de verlo, el feminismo trata del reparto de bienestar y mejora de la calidad de vida del rol del género femenino, porque se da una circunstancia donde no estamos al límite de la superviviencia, ni se precisa hiperespecialización.

      Sobre lo que comenta de las leyes contra la discriminación, coincido bastante con su exposición, también alineada con el feminismo clásico (en contraposición a las posturas radicales contemporáneas), que pone el énfasis en el individuo, precisamente para evitar agravios de género, salvo en las excepciones inevitables, como e.g. que la mujer es quien tiene el parto y necesita protección especial.

      Buenas noches,

      R. Gaab




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