Mar 4, 2013

¡Lo que necesitamos es LA INDEPENDENCIA!

Para defender la independencia, en este post no usaré el argumentario embustero, retrógrado, hipócrita, y xenófobo de los nacionalismos más repugnantes y miserables, como pueda ser, en mi opinión, el caso del nacionalismo catalán. Me limitaré a expresar el planteamiento de la situación desde mi óptica.

Empezando por no engañar al personal, y en contraposición al argumento falaz del "derecho a decidir" (escisión unilateral de una región correspondiente a donde vive una parte de los ciudadanos de un estado), quiero recordar que es el conjunto de la gente que conforma un estado el que tiene legitimidad sobre las decisiones sobre ampliación o fragmentación del mismo. Esto es, los amagos de escisión, tanto por la fuerza, como por procesos "pacíficos", basados en agitprop por parte del poder local ad hoc, no dejan de ser actos de deslealtad para con el resto de conciudadanos que no compartan tal postura, estén o no en la región donde se inicie el conflicto. Quede claro pues, que no usaré ese camino para defender la independencia.

En el apartado de motivaciones, lo que considero esencial para dejar de compartir proyectos con conciudadanos es que, sin motivo racional aparente, se profese odio explícito e irrecuperable. Da igual que sea por mentiras cocinadas en el siglo XIX, por manipulaciones históricas, por complejos de inferioridad, por tapar corrupción, por aumentar el poder de la casta local, o por cualquier otra cosa: tan sencillo como que es absurdo que vecinos compartan proyectos si un grupo de ellos incita al odio, provocando situaciones de riesgo de ser traicionados, desde la deslealtad constante y manifiesta.

Para la propuesta de secesión a presentar al conjunto del estado, lo primero que haría sería determinar el área o región del territorio del estado que será sujeta a discusión. Dado que la agitación y el "envenenamiento" suele estar relacionado con áreas de influencia política local, se puede esperar que la delimitación venga, total o parcialmente, del área "envenenada" con agitprop, inducido por el gobierno que administra la región. De ahí, se puede determinar la geometría de la problemática, si se da por ciudades, grupos de ciudades, o si la discrepancia está atomizada. En el caso de aceptarse por parte del conjunto del estado, se podrá votar la configuración de la escisión, si es por municipio, ciudad, provincia, o región, y también, como paso siguiente, se podría consultar a la gente sobre la ejecución o no de la misma. También está la posibilidad de que el conjunto del estado considere tal postura inadmisible, y haga efectivas las directrices necesarias para mantener la cohesión. En cualquiera de los supuestos, y antes de optar a ninguna escisión, en mi opinión, los responsables deberían serían juzgados por traición e incitación al odio: tanto los responsables políticos, como los responsables del poder económico cómplices en la conspiración en cuestión.

En caso de salir aprobada la secesión, y como epitafio para la región escindida, me parecería lógico añadir a la modificación de la carta magna del estado que pierde la región y los respectivos ciudadanos, aparte de la nueva configuración geográfica y política, el mencionar explícitamente el motivo de la escisión: traición y desafecto tras contaminación con odio, fruto de la miseria moral de unos sinvergüenzas.

R. Gaab



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