Jun 15, 2013

¡Lo que necesitamos es FOROFISMO!

Apreciado lector, quiero comenzar diciéndole que no seré yo quien le juzgue por sus forofadas, pues bastante tiene ya cada uno con lo suyo en el abismo que separa a unos individuos de otros. De ahí que le ruegue que no tome este escrito como una crítica hacia usted, por mucho o poco que encaje con el forofo confeso, irredento, cansino, y retestinado.

Empecemos con el forofismo deportivo: ¿por qué «es» usted de un equipo? ¿se lo ha preguntado alguna vez? ¿por sentirse parte de algo? ¿por sentimiento tribal de bajo coste para arengar y desahogarse en el bar? ¿por chovinismo municipal? ¿por nacionalismo? ¿por política? ¿meramente por pasar el tiempo? ¿para superar el cansinismo de la cháchara metereológica? ¿por la adrenalina que segrega al irritarse visceralmente? ¿por las endorfinas tras las victorias? ¿como herramienta de autosugestión?

Entretenimiento deportivo para rellenar los amplios vacíos de nuestra angosta vida aparte, cosa que puede ser comprendida y comprensible, ¿qué me dice de lo de ser de tal o cual compañía de teléfonos? e.g. «yo soy de moviphone, y tú, ¿de qué eres?» Ojo, «¿de qué eres?», no «¿qué compañía tienes?» ni «¿qué operadora usas?». No, no, no. Aquí también hay la dosis de forofismo. Algo encantador, que, de memoria, diría que empezó a darse con la mercadotecnia embebida en las campañas del «tu móvil a cero euros», donde hilvanaban una especie de camaradería entre empresa de telecomunicaciones y el beneficiario de tal magnificencia. Y las personas somos así de agradecidas con empresas que en lugar de ponerse a ganar dinero, nos regalan cosas.

Cuestiones similares a las de los casos anteriores podrían aplicarse a la política. ¿Por qué rayos «es» usted de un partido? Si milita, de acuerdo. Pero si no, ¿tiene el voto cautivo, es una religión, una promesa, una forma de vida? ¿una carta blanca contra capa y espada? Claro, que «si uno de los míos es corrupto, los de los otros partidos son peores», o que «es que votar a otros es peor», se convence el forofo, y acaba votando a los mismos malnacidos de siempre, aunque incumplan en programa electoral y se rían en su puta cara. Somos así, los forofos: porque los del partido son unos sinvergüenzas, pero son nuestros sinvergüenzas, y sabemos lo afortunados que somos.

Otro tanto podría decirse de la música. Que si «soy» «lolailo», «jebi», «roquero», «punk», «tecnonaino», «sólo escucho x/y/z», «sólo canciones en inglés», «sólo música clásica». Para jiñarse vivo. Ya sea por ir a piñón y no conocer otra cosa, complejos y vergüenza de que piensen que es un parguela musical, dejando la copla, pasodoble, zarzuela, flamenco, rumba gitana, etc. como disfrutes privados, pues ¡qué pueden pensar nuestras selectas amistades si se enteran algún día de que vamos a muerte con Camela, los Chunguitos, o Estopa, cuando siempre hemos dicho que lo nuestro es Chaikovski, de toda la vida!

A modo de pupurrí, englobaría el forofismo de literatura, ensayo, pasta dental, detergente, marcas blancas, ropa, ordenadores/microprocesadores/sistemas operativos, móviles, llegando incluso a las disputas entre partidarios de la corriente alterna a 60Hz vs 50Hz. Todo sea por partirte la cara por «tus» colores. Porque ¡lo que necesitamos es PONERNOS EN NUESTRO SITIO! Y si usted no es forofo de algo, por estrafalario que resulte, es que no tiene sangre en las venas, o peca de POSTUREO de no ser forofo de nada, lo cual me resulta incluso más increíble.

R. Gaab


Jun 11, 2013

¡Lo que necesitamos es INFLACIÓN!

Esto es una llamada de emergencia. Sí, no se trata de un simulacro. Dado que gracias a la crisis que nos embarga estamos familiarizados con la jerga monetarista, le resultará fácil comprender este ese-o-ese. El título no se corresponde con argucias monetaristas enfocadas a inundar el mercado con moneda, para empobrecer a los que menos pueden defenderse de la gula gubernamental. No, no vengo a hablarle de inflación monetaria, sino de otro tipo de inflación: la relacionada con aptitudes y desempeño del individuo, sin nada que ver con estar físicamente hinchado, ni con ser propenso a las ventosidades. Quedaría todo dentro del marco intelectual, ese lugar perdido e ignoto, misterioso incluso para la vista translúcida del análisis conductivista. Aprovecho para avisarle de que la pedantería de este párrafo tiene mucho que ver con el artículo en sí, algo que comprenderá cuando lo acabe de leer, y confío que pase de pensar que este quien le escribe es un pedante y prepotente, a llegar a la compasión por los motivos que usted irá soslayando. Apuntar también, que consultar el diccionario para buscar las palabras que no comprenda no es ningún delito, por lo que le invito a hacerse el favor de culturizarse, que le hace falta, no lo niegue.

Como contextualización previa, como guía para enfocar su circunstancia, fíjese en lo siguiente: usted es más bien poca cosa. Sí, sea sincero con usted mismo. Con tantas limitaciones, tan poco tiempo, realmente, lo suyo es frustrante. Tela. Mucho. Es usted una piltrafa, así de claro. Uy, lo que me ha dicho este energúmeno, se dirá. Pero no se preocupe, que yo estoy igual. Es el abismo, apreciado lector. Ahora bien, aquí estoy para ayudarle, no a ser más de lo que es, sino a sacarle más partido. Pues usted, con su porte y donaire, puede dar mucho más, i.e. aparentar lo máximo posible y que la gente le admire, como al fin y al cabo, usted se merece. ¿No es magnífico? ¿Acaso no le gusta ser admirado, y por qué no, envidiado? Dese cuenta de que no le hablo de tener que leer ensayos filosóficos, clásicos de la literatura, ciencia ficción, ni profundizar en ningún campo de ciencia, humanidades, practicar deportes, o habilidades extraordinarias. ¡Es mucho más fácil! Con la de medios que hay, y lo poco que vivimos, es de ingenuos el perder tiempo en «cultivarse». Sea listo, y evite malgastar el tiempo como otros parguelas y perdedores que no llegan nunca a nada, y vaya a lo fácil, hágame caso, y siga leyendo.

Entrando en el asunto, usted tiene una formación, una experiencia, unas vivencias. ¿Que tiene pocos estudios y está acomplejado? ¡Invéntese que ha estudiado o conoce tal o cual cosa! Si Luís Roldán o Joana Ortega se «equivocaron» en sus currículums, ¡quién le va a decir a usted en qué se puede equivocar o no! Diga que tiene estudios o sabe de X, Y, Z. Y si le "pillan", no se preocupe, simplemente, comente que por el devenir de la vida hace mucho que no ejerce, y ya casi no recuerda nada, cosas de la vida. Además, ¡quién se va a dar cuenta, si la inmensa mayoría está en peor condición, alabadas sean la LOGSE, LOE, y la futura LOMCE! Usted es una eminencia, y no precisa calentar una silla para luego lucir etiquetas de "anís del mono". No, no, no. Usted puede decir lo que le de la gana, porque usted es como Leonardo: no hay escuela que le enseñe, pues usted es la escuela. Por lo que tirando de desparpajo, invéntese un currículum. Estudios en esto o aquello. También estancias para aprender idiomas que ya no recuerda por haber perdido práctica. O haber practicado deportes físicos o intelectuales en su juventud, porque usted no ha sido siempre el tipo zambombo de ahora. Además, y por qué no, incluso títulos nobiliarios si le gusta lo feudal, o parientes ilustres, total, lo que cuenta es dejar claro que su ADN está por encima del 99% de la chusma que le rodea y aburre. De todo. Usted es algo extraordinario. Algo de lo que no hay, un ser de luz, un tipo de uno entre un millón. Un milagro, al fin y al cabo. Y no se sienta culpable, todo hijo de vecino es un fantasma en mayor o menor medida, sólo varía el tipo de interés, cual prima sobre sí mismo, e.g. habrá individuos hiperinflacionistas, equilibrados, e incluso apocados deflacionistas, esos desagradables que guardan ases en la manga para alardear en el momento más inoportuno. Usted, como inflacionista, siempre tendrá tema de conversación, pues usted es usted y su imaginación, a modo de circunstancia pluscuanadaptativa.

Si el párrafo anterior le parece exagerado, le ruego que piense en lo siguiente: ¿no le ha pasado el sentirse apocado, notando que la imagen que tienen los demás de usted no se corresponde lo que usted sabe que vale? Vé, es que esa es la clave. La inflación personal sirve para ajustar la percepción de los demás hasta lo que realmente usted se merece. Y no sea modesto, que ser modesto es de pobres, y los amigos ya saben que usted es un fantasma, y se lo perdonarán, total, lo importante es participar. Vaya a por lo que se merece, porque usted tiene derecho a ser feliz, y a que los demás le admiren por lo mucho que usted vale. Por último, y sólo como puntuación extra, si puede, por favor, considere hacerse nacionalista, del tipo que sea, pues ahora está de moda, y es garantía de éxito con tanto borrego zumbado ansioso de encontrar a líderes mesiánicos.

R. Gaab